Los Incas y su historia a través del arte
El imperio Inca
El Imperio Inca floreció en el continente sudamericano desde 1438 hasta la llegada de los españoles en 1533. Inicialmente considerados una tribu, los Incas gradualmente crecieron y ocuparon un territorio de 800,000 km². A partir de 1438, comenzaron a expandirse absorbiendo territorios vecinos y fusionando su cultura con la de las sociedades conquistadas. El imperio alcanzó su máximo esplendor en 1527, bajo el reinado de Sapa Inca Huáscar, abarcando un territorio de 2 millones de km². Sin embargo, los Incas no dejaron registros escritos de su historia, por lo que la información que se tiene proviene de descubrimientos arqueológicos, como artefactos, herramientas, textiles y cerámicas.
El arte Inca y su importancia
El arte Inca ha sido fundamental para que los arqueólogos comprendan la cultura Inca y cómo esta ha impactado a la sociedad andina moderna en Perú. Los arqueólogos han estudiado los artefactos, las herramientas, los textiles, la cerámica y el arte Inca para entender su historia y su impacto en la sociedad actual.
La dinastía Inca
El título de emperador o Sapa Inca era hereditario, y hubo un total de trece Incas desde 1198 hasta 1533. El primer Inca fue Manco Cápac y el último Atahualpa. Cada uno de los Incas gobernó en un periodo específico y contribuyó al desarrollo y expansión del imperio Inca.
Origen de los Incas
Antes de que los Incas gobernaran Cusco, muchas tribus vivían pacíficamente en el mismo territorio. Después de un largo periodo de paz, los Chancas, un grupo proveniente de Ayacucho, intentaron invadir Cusco. Inca Wiracocha y su hijo Urco, temiendo por sus vidas, huyeron y dejaron a su hijo menor, Cusi Yupanqui, a cargo.
Con la ayuda de soldados de otras tribus, Cusi Yupanqui defendió la ciudad y evitó que los Chancas la invadieran. Por su valentía y lealtad, Cusi Yupanqui fue nombrado el nuevo Inca o Emperador, cambiando su nombre a Pachacútec, que significa "El que renueva el mundo". Muchas tribus locales se unieron a él mientras organizaba y expandía el imperio hacia el este y el norte.
Mitos sobre el origen de los Incas
La historia del origen de los Incas es principalmente mítica y se transmite oralmente de generación en generación. Hay dos mitos principales sobre el origen de los Incas: el mito del Lago Titicaca y el mito de los hermanos Ayar.
Según el mito del Lago Titicaca, el dios Wiracocha creó a una pareja, Manco Cápac y Mama Ocllo, que surgieron del Lago Titicaca. Esta pareja tenía un objetivo divino: dirigirse hacia el norte y establecerse donde la vara dorada se hundiera. Después de intentarlo en varios lugares, llegaron al Monte Guanacaure, cerca de la ciudad de Cusco, donde la vara se hundió y donde decidieron establecerse. Manco Cápac enseñó a los hombres a trabajar la tierra, construir canales y desarrollar habilidades organizativas, mientras que Mama Ocllo enseñó a las mujeres a tejer, cocinar y cuidar de sus hijos. Trajeron paz, cultura, arte y al dios Sol o Inti, que irradiaba calor y poder.
Según el mito de los hermanos Ayar, Dios Wiracocha los creó y los hizo surgir de una cueva en Pacaritambo en Cusco. Eran cuatro hermanos: Ayar Cachi, Ayar Manco, Ayar Uchu y Ayar Auca, y cuatro hermanas: Mama Guaco, Mama Cura, Mama Sarahua y Mama Ocllo. Llevaban consigo varas de oro sólido y vestían ropa fina bordada con oro. Lideraban un gran grupo de personas que llevaban semillas consigo. Durante su largo viaje para encontrar un lugar adecuado para establecerse, llegaron a la cima del Monte Guanacaure, donde Ayar Cache, con una honda, derribó colinas.
Tenía poderes mágicos que asustaban a sus hermanos, por lo que, temerosos de él, lo engañaron para que regresara a la cueva en Pacaritambo, donde lo dejaron atrapado para siempre. Los demás hermanos regresaron a Guanacaure, donde vivieron durante un año. Un día, Ayar Oche voló al cielo para hablar con su padre, el Sol, quien le ordenó que le dijera a Ayar Manco que cambiara su nombre a Manco Cápac. Después de cumplir con su tarea, Ayar Oche se convirtió en piedra. Manco Cápac, Ayar Auca y las cuatro hermanas llegaron a su destino, el valle de Cusco, donde se establecieron y construyeron su casa, donde más tarde se construyó el Templo de Coricancha.
La sociedad Inca
La sociedad Inca estaba organizada jerárquicamente en forma de una pirámide de tres niveles. En la cima se encontraba el Sapa Inca, la persona más importante y poderosa del imperio. A continuación, venía la realeza, compuesta por sus familiares más cercanos, hijos e hijas. Después de la realeza, se encontraba la nobleza, que incluía a otros parientes y a aquellos que habían obtenido distinción a través de su servicio a la familia real, como sacerdotes y jefes.
En el tercer nivel se encontraban los profesionales, como artesanos, arquitectos e ingenieros, quienes gozaban de mucho respeto por parte de los niveles superiores debido a las habilidades que aportaban para expandir el imperio. En la base de la jerarquía y la más numerosa se encontraba el ayllu, la clase trabajadora que contribuía con la mita o impuesto en forma de trabajo. A cambio, recibían alimentos, atención médica y educación gratuita. Cada miembro del ayllu tenía derecho a una parcela de tierra, que se distribuía según el tamaño de la familia, y que se utilizaba para cultivar alimentos de subsistencia.
La religión Inca
La sociedad Inca practicaba una religión politeísta en la que el Sol o Inti y el Sapa Inca eran sus principales dioses. Durante la expansión del imperio, los Incas asimilaron territorios con diferentes creencias, permitiendo que mantuvieran sus propios dioses siempre y cuando respetaran a los dioses Incas por encima de los suyos. El resultado fue una gran cantidad de deidades y una mezcla de creencias. Era común que el pueblo Inca adorara recursos naturales como arroyos, animales, cultivos o montañas. Entre las deidades más importantes y populares se encuentran Inti o Sol, Wiracocha, Mama Quilla, Mama Cocha, Illapa, Ekkeko, entre otros.
Economía Inca
El éxito de la economía Inca se debió a su trabajo colectivo y alto grado de planificación centralizada, que permitía la recolección de tributos en forma de trabajo y la redistribución de recursos. A diferencia de otras civilizaciones avanzadas, el comercio no formaba parte de la economía Inca, por lo que nunca desarrollaron un sistema monetario.
El trabajo colectivo era la actividad económica principal. Había tres tipos de trabajo colectivo: ayni, minka y mita. Los dos primeros beneficiaban a sus propias comunidades, mientras que el último, la mita, era un impuesto pagado al Inca que beneficiaba a todo el imperio. Cada miembro de la comunidad o ayllu debía cumplir con la mita, que incluía servir como soldados, mensajeros, agricultores y constructores. Las tareas eran temporales y rotativas.
La redistribución de alimentos, servicios públicos y la sensación de seguridad en esta sociedad agrícola hacían que la población fuera leal a los rangos más altos de la sociedad. La estabilidad social también se lograba mediante la aplicación de un sistema de tres leyes básicas: "Ama Sua, Ama L