El Lago Titicaca, ubicado en el departamento de Puno en Perú y en la frontera con Bolivia, es un lugar de belleza natural indescriptible. Este lago se encuentra en la cordillera de los Andes y su superficie se distribuye de manera equitativa entre ambos países. Rodeado de montañas y con una altitud que varía entre los 4,000 y 4,200 metros sobre el nivel del mar, el lago es un tesoro escondido en las alturas.
Un paisaje de ensueño
El Lago Titicaca se encuentra en un altiplano a una altitud que oscila entre los 3,657 y 4,000 metros sobre el nivel del mar. Esta ubicación geográfica le otorga un clima fresco durante todo el año, con temperaturas promedio que no superan los 15°C o 59°F. A diferencia de otros lugares a esta altitud, las temperaturas en el lago no descienden tanto durante la noche o en invierno.
El lago está dividido en dos subcuencas, la más grande conocida como Lago Grande y la más pequeña como Lago Pequeño. Ambos lagos están conectados por el Estrecho de Tiquina. La luz brillante del sol se refleja en las aguas del lago, creando un ambiente espiritual y mágico. Sin embargo, es importante tomar precauciones debido a que la radiación solar en altitudes elevadas puede causar quemaduras graves en la piel.
El Lago Titicaca recibe el agua de alrededor de 25 ríos, pero solo uno, el río Desaguadero, drena el excedente de agua. A pesar de esto, el 95% del agua que ingresa al lago se pierde por evaporación. Para la población local, el lago tiene propiedades místicas, ya que está rodeado de tierras fértiles en medio del árido Altiplano. La civilización inca consideraba al lago como un lugar sagrado.
Historia del Lago Titicaca
El Lago Titicaca es un tesoro geológico que se formó hace aproximadamente sesenta millones de años, antes de la era de hielo. Durante este período, fuertes terremotos sacudieron los Andes, dividiendo la cordillera en dos y formando una cavidad que eventualmente se llenó de agua proveniente de los glaciares en derretimiento. Así nacieron los cuerpos de agua, los ríos y, finalmente, el inmenso Lago Titicaca.
Según una de las leyendas sobre el origen de los incas, el primer inca, Manco Cápac, y su esposa Mama Ocllo emergieron de las profundidades del Lago Titicaca en una roca sagrada en la Isla del Sol, en busca de un lugar para construir un imperio. Para los incas, el lago era sagrado y se convirtió en la cuna de las antiguas civilizaciones peruanas.
A lo largo de los años, diferentes culturas se establecieron en las orillas del lago, como la cultura Puraka en el año 200 a.C. y más tarde la cultura Tiwanaku, que se extendió por todo el Altiplano hasta Bolivia. Tribus guerreras como los aymaras y los collas surgieron, solo para ser absorbidas por los incas, quienes unificaron las distintas culturas y formaron el Imperio Inca. Hoy en día, la población local está compuesta por los uros, un pueblo que ha habitado estas tierras durante siglos y que proviene de las poblaciones aymara y quechua, hablando el antiguo idioma aymara.
El nombre Titicaca se cree que significa «Roca Puma», derivado del idioma aymara: titi (gato salvaje) y karka (roca). Según la leyenda, los titis solían habitar las islas rocosas del lago y nadaban desde las islas hasta la tierra firme en busca de alimento. Hoy en día, el titi o gato andino es una de las especies de felinos más amenazadas de América.
La leyenda de la ciudad sumergida
Desde que los incas habitaron esta región, el lago ha despertado fascinación y según la población local, tiene poderes míticos y casi sagrados. Historias sobre tesoros incas perdidos por los españoles y una ciudad sumergida han atraído a muchas expediciones. En 1968, el explorador francés Jacques Cousteau realizó una exploración submarina de un mes y medio. Aunque la expedición no encontró la ciudad perdida, descubrió variedades de animales que no se encuentran en ningún otro lugar del mundo.
En el año 2000, el grupo científico internacional Akakor Geographical Exploring lanzó la expedición «Atahualpa 2000». Encontraron ruinas que parecían ser un templo y un camino sumergido que datan de entre 1,000 y 1,500 años atrás, pertenecientes a la cultura Tiwanaku. Su conclusión fue que el templo existe, pero no es una ciudad sumergida. Los intentos de sacar las ruinas a la superficie se han enfrentado a la resistencia de la población local, que es supersticiosa acerca de alterar las aguas del Lago Titicaca.